jueves, 10 de enero de 2008

¡Eficazmente Viva!

Dios nos ha provisto de una herramienta viva y eficazmente aguda, “Su Palabra”, que nos proveerá de la habilidad suficiente para ayudarnos a tener claridad en las decisiones y acciones de nuestra vida y con ella podremos saber cuando algún pensamiento o idea es inspirado de Dios o es el resultado de una evaluación meramente humana.
Uno de los dilemas que se nos presenta en el vivir cristiano, es no tener suficiente claridad sobre cuales pensamientos o sentimientos provienen de Dios o de nosotros mismos. ¿Cómo saber que lo que sentimos o pensamos es inspirado por nuestro Padre Celestial?, ¿O es simplemente el producto de nuestro deseo o de nuestro propio juicio?”

Hebreos 4:12
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Este versículo declara que la “Palabra de Dios” tiene la particularidad de ser “Viva y Eficaz”, y la compara en su acción y efectividad con una espada de doble filo, capaz de penetrar y dividir aquello que es del alma del hombre de lo que es de origen espiritual.

¿Dónde radicaría la efectividad y vivacidad de Su Palabra? Y ¿Porque Dios ha utilizado la forma de las palabras para ello?. Para poder entenderlo, detengámonos un instante en el significado del vocablo “Palabra” y hagamos uso de nuestro sentido común; y pensemos: “Las palabras son usadas por nosotros como medio de comunicación o forma de expresión; con ellas podemos transmitir nuestras ideas y sentimientos, como parte de hacer conocer nuestra voluntad y deseo, a la hora de relacionarnos con otros individuos”. Dichas palabras pueden ser expresadas de dos formas diferentes, a saber: Una de manera “Oral” y otra de manera “Escrita”. Cuando las palabras son expresadas en “su forma oral”, podrían ser percibidas por los oídos, y si lo deseásemos, podrían también trascender, al ser procesadas por nuestro “sentido de atención”, para luego ponderarlas y calificarlas a través de “la facultad de la razón”, y así poder percibir el sentido o significado de dichas palabras.
Cuando las palabras ya “han sido habladas”, estas pueden perdurar o trascender por medio de la forma escrita o simplemente a través de “la memoria”.
“Las palabras”, ocupan un lugar importante en la vida de los hombres, pues siendo sensibles a ellas, estas provocan o disparan, los pensamientos, sentimientos, el animo, la voluntad, la creencia y las acciones, y estas son determinantes y fundamentales para la formación del “corazón de la mente”. Existe una relación directa entre las palabras que se expresan y lo que predomina en el corazón del hombre.

Mateo 12:34
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Lo que hablamos, lo que declaramos que creemos, nuestras acciones y formas de vivir la vida serán el producto de lo que abunde previamente en el corazón.

Dios, conociendo esta sensibilidad humana, condescendiendo, ha utilizado las mismas palabras de los hombres con el fin de comunicase con su creación, expresándole y trasmitiéndole, “El mensaje Consolador de su Amor”. Por medio de Su Palabra, ya sea en su forma escrita u oral, nos muestra su deseo de relacionarse afectuosamente con los hombres, comenzando Él a tomar la iniciativa, unilateralmente, procurando y esperando pacientemente su correspondencia, estimulando el interés y voluntad del receptor de Su afecto, expresado en palabras. El trabajo de Dios es ir estimulando los afectos en el hombre por medio de la manifestación de su amor dándolo a conocer a través de su Palabra; para ayudar a inclinar sus voluntades a la de Él.

La Palabra de Dios no es como las palabras de los hombres, Él cuando dice algo, tiene la habilidad de producir y cumplir aquello que ha dicho. En tiempos de Génesis, Dios“dijo” que sea la luz, y produjo como resultado que la luz se manifestara; cuando “dijo” que hubiera expansión, la expansión se produjo, cuando “dijo” a las aguas que se junten, se juntaron; cuando “dijo” que la tierra produjera fruto y seres vivientes, esta los produjo; y cuando “dijo” “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, creó luego al hombre tal como lo había dicho.
Las Palabras que salen “de la boca de Dios”, tienen potestad sobre las cosas hechas, para que estas le estén sujetas a su Buena Voluntad y Deseo y con ellas producir fruto en la vida de aquellos que se “atreven” a creerlas.
Deberemos por lo tanto, como cristianos, tomar en serio a “Su Palabra”, “prestándole la debida atención” poniendo el oído a cuando “Dios abre su boca”, y aguardar en silencio para luego ponderarlas y calificarlas por medio de la facultad de la razón de “una mente renovada y transformada”, y así poder percibir el verdadero sentido o significado espiritual de dichas palabras para creerlas y luego beneficiarnos de su Fruto. Dios conoce la importancia que tienen para los hombres el uso de las palabras pues estas provocan y disparan, los pensamientos, sentimientos, el animo, la voluntad, la creencia y las acciones. Él sabe la efectividad y vivacidad que tiene Su Palabra en la formación del “corazón de la mente” del hombre para que pueda relacionarse con Él.
“Cuando la Palabra de Dios es creída”, producirá como resultado aquello para lo cual fue enviada

Isaías 55:10
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,

Isaías 55:11
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

¿Y para que la envió?

Salmos107:20
Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.

Por lo tanto como una espada de dos filos así es Su Palabra, dispuesta a esclarecer lo que proviene o inspira Dios y lo que no.

Hagamos un análisis de algunas palabras de Hebreos 4:12 que nos ayudaran a comprender la verdad central de lo que Dios quiere comunicar.

La palabra “alma” (psuque) es usada aquí para significar la vida del hombre, en donde en un sentido figurado enfatiza aquel aspecto del alma como la sede de los sentimientos, de los afectos y de las emociones y pensamiento. Se refiere a la vida como el asiento del elemento sensible en el hombre, aquello mediante lo cual percibe, considera, siente y desea.

La palabra “espíritu” (pneuma) se encuentra en contraste con la palabra “alma” del mismo versículo; comúnmente son considerada alma y espíritu como palabras sinónimas, pero queda claro aquí que para Dios el sentido que tienen ambas son diferentes entre sí pues dice que Su Palabra es capaz de partir o dividirlas con el fin de diferenciarlas para clarificar el origen o proveniencia de las cosas, pues una cosa son las del alma y otras las del espíritu ( 1Tesalonicenses 5:23 ... espíritu, alma y cuerpo )

La Palabra de Dios tiene la capacidad de “discernir” entre los “pensamientos” y las “intenciones del corazón” del hombre. “Discernir” es la capacidad de juzgar algo criteriosamente, y lo que podemos inferir de Hebreos 4:12 es que Dios nos ha provisto por medio de su Palabra de un “nuevo criterio” una norma “espiritual” para conocer la verdad sobre los asuntos de la vida.

La palabra “pensamientos(enthumesis) son aquellos pensamientos reflexivos, las consideraciones como producto de la observación o de la imaginación, siempre hace referencia a aquellos pensamientos que mueven el animo del hombre.

Las palabras “intenciones del corazón” se refiere a las conmociones del corazón (aquello que lo mueve), son aquellas “intenciones” del pensamiento con un propósito determinado, producto de la reflexión estimuladas por emociones tales como el afecto, miedo, amor, enojo, etc. provocadas por diferentes situaciones y experiencias de la vida, que mueven al animo del pensamiento y de las acciones de un individuo (animosidad), estas intenciones pueden ser buenas o malas dependiendo de lo que se halla “atesorado” previamente en el corazón.


Lucas 6:45
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Dios nos dice entonces, que Su Palabra ( tanto la escrita, como la enseñada a través del espíritu santo dentro de cada miembro del Cuerpo de Cristo ), es eficazmente viva para producir eficientemente un equilibrio entre las dos naturalezas, la espiritual y la carnal y nos ayudará a clarificar aquellas decisiones y acciones de nuestra vida para saber cuando algún pensamiento o idea es inspirado de Dios o es el resultado de una evaluación meramente humana.
La clave para apreciar esta realidad esta en el uso de la palabra “partir”, esta palabra tiene el significado de dividir o separar algo con la intención de distribuir para ordenar o con el sentido de colocar algo convenientemente para un destino apropiado.
Como una “espada de dos filos”. La Palabra de Dios, penetra en las vidas de aquellos que la reciben con creencia, con el objetivo de clarificar, ordenar y hacer encajar las realidades espirituales en el alma de un hijo de Dios renacido con la intención de equilibrar todo su ser : “el cuerpo”, “el alma” y “el espíritu” para así poder comenzar a vivir una vida nueva en Cristo. En la medida que permitamos a la Palabra de Dios morar en nuestros corazones, esta comenzará a separar para ordenar lo que es del hombre de lo que es de Dios. Esta Palabra calará tan hondo en nosotros a punto tal que cada fibra de nuestro ser será sanada y ordenada por el Padre Celestial formando a Cristo en nuestros corazones y así irradiar su luz.

La Palabra de Dios tiene la capacidad de ahondar en el alma y corazón del hombre de manera extraordinaria. Ella puede llegar a donde ningún hombre ha podido llegar jamás con filosofías, sicología, o con libros de autoayuda, para sanar y librar al hombre de la miserabilidad humana.

Generalmente las personas cambian el rumbo de sus vidas, toman decisiones o reaccionan, guiados por sentimientos y emociones como el resultado de sus pasiones. Ninguna problema habría con esto sí el origen de dichos sentimiento o emociones esta sustentado por algo verdaderamente bueno y digno.
No habría entonces ningún problema con las pasiones, con los sentimientos y emociones en la vida de un cristiano sí le permite a Dios Su colaboración en la formación de Cristo en el corazón, con la herramienta eficaz de Su Palabra y el don del espíritu santo, para que las eduque, oriente, y promueva con el fin de transformarlo por medio de la renovación del entendimiento.

En el orden practico las palabras de “La Buena Noticia” contenida en La Palabra de Dios es aprovechada verdaderamente cuando es acompañada de creencia por aquellos que la reciben, produciendo como resultado un entendimiento renovado y transformador.

Hebreos 4:2
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada( Lit. “mezclada”) de fe en los que la oyeron.

No vasta con tan solo oír la palabra de “La Buena Nueva” como simples espectadores, sino es “mezclada” junto con la creencia dentro de los corazones de quienes la reciben para comenzar a percibir la eficacia de la misma.
Una sensación de certidumbre provocará en nuestro corazón la exposición de aquellas verdades anunciadas por las “Buenas Nuevas” del Evangelio de Cristo, que invitará inclinar nuestros afectos y pensamientos mas íntimos a aceptarlas para luego responder apropiadamente a la extensión del afecto amoroso de Dios en nuestras vidas.
Podríamos memorizar versículos y pasajes enteros de la Biblia y hasta citarlos literalmente pero, sin certidumbre no habrá creencia. Nuestro grado de certidumbre sobre el amor que El Padre tiene por nosotros determinará nuestra creencia, generando confianza, una confianza que nos hará confesar con la boca, aquellas cosas atesoradas previamente en el corazón.

La Palabra es eficazmente viva para clarificarnos si lo que nos motiva proviene del alma o por la acción interior del espíritu de Dios en nosotros.

Filipenses 3:15
Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

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